A lo largo de la historia de nuestro fútbol venezolano (el cual sabemos que ha sido y es uno de los eventos con mayor inestabilidad en el país), se han registrado situaciones de clubes que luego de cierto tiempo de fundado, han tenido que cambiar de dueño, por consiguiente de nombre, otros que simplemente han dejado de existir, incluso clubes de renombre y que han ganado títulos, hoy no están por diversas razones.
Casos puntuales como el de Marítimo, Minerven y Unión Atlético Maracaibo son los que principalmente se nos viene a la mente; un trío de conjuntos que además de salir campeones, nos representó en Copa Libertadores, cada uno en su época, destacando el elenco del Estado Bolívar que hasta los cuartos de final llegó en la edición de 1994.
En muchos de estos casos, el motivo de su desaparición ha sido la inherencia política de sus dirigentes, que en lugar de avocarse a emprender una eficiente gestión, más bién se dedicaron a utilizar la buena imágen y fama de su club para sus intereses personales; el ejemplo más reciente lo pudimos apreciar con el ex-alcalde de Maracaibo Giancarlo Di Martino, quién fungía a su vez como principal accionista del equipo ganador de la Temporada 2004-2005.
Hoy en día, hemos apreciado el caso del campeón absoluto de la temporada pasada, el Club Deportivo Lara, equipo que hace meses atrás fue víctima de la expropiación (por decisión gubernamental) de su principal accionista y patrocinante, y que desencadenó en deudas a su plantilla, además de paralización de entrenamientos semanales.
Para su fortuna, desde el punto de vista deportivo toda esa situación no los ha afectado ya que han sacado los resultados y se encuentran igualados en la segunda posición de la tabla, incluidos par de triunfos en la carretera; aunque el malestar e incertidumbre de los jugadores y cuerpo técnico era más que evidente, y todo presagiaba a que iban a engrosar esa lista negra de clubes en peligro de extinción.
Sin embargo, desde el Estado Lara reportan que hay inversionistas interesados en adquirir el equipo, y con ello solventar deudas y poner en orden todo dentro de la nómina, apagando de una vez por todas las alarmas encendidas desde el mes de Mayo pasado.
La reflexión: Mientras los equipos sigan dependiendo de una o dos empresas, y/o patrocinadores, y más si son del ámbito público o político, será más difícil conseguir la estabilidad y lograr el tan anhelado crecimiento definitivo de nuestro querido pero maltratado fútbol nacional.
Por: Maykell Sulbarán (@MaykellJoel)

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