miércoles, 30 de marzo de 2016

Vinotinto: El fracaso de "Chita"

 
Foto: EFE

Una vez más la Vinotinto de Noel Sanvicente volvió a presentarse en el terreno de juego. El resultado fue el mismo, otra derrota, por goleada y once individuos penando pues el alma de competitividad jamás estuvo en el campo, al igual que en los partidos previos de eliminatorias rumbo a Rusia 2018, que dicho sea de paso, es una utopía para los venezolanos.

Parece concluir el penoso ciclo de “Chita” al frente de la selección y es que al mejor director técnico de nuestro fútbol nacional le tocó quizás, la mejor camada de jugadores venezolanos pero a su vez, la peor crisis federativa. Aunado a esto, jamás se vio reflejado en el juego un sistema definido.

Regalos de niños infantiles les ha costado puntos prácticamente amarrados y que, aunque no cambiaría las pobres presentaciones de la Vinotinto, sería otra historia. Por ejemplo, el papelón de Vizcarrondo, en complicidad con Baroja ante Paraguay y la desatención defensiva ante Perú. Ambas en los últimos compases del partido.

Bajo los tres palos, debe existir quien ordene al a defensa y siempre esté atento. Y esto último no lo fue Alaín Baroja. La desconcentración marcó la historia del presente venezolano. Errores puntuales, característicos de todos los procesos futbolísticos de los cuadros venezolanos cuando van al plano internacional.
La estabilidad defensiva, lo que fue fuerte en el anterior proceso, hoy en día es la principal falla de la oncena nacional. A los zagueros les ganan la espalda con gran facilidad y en cuestión de marcación, no sitúan a los atacantes, permitiéndoles ganar la mayoría de pelotas aéreas y por abajo no es la excepción.

Quizás, el capitán, es el único que dio la talla y siempre intenta salir jugando, a pesar de ser un guardián en la contención. Tomás Rincón, el referente que se le ve las ganas de levantar siempre a sus compañeros. El mediocampo ofensivo. Incapaz de dar tres pases consecutivos, casi nulo su actividad, y la conexión con los encargados de resolver arriba no existió en ningún momento. Sin alguien que levante la mano, alguien diferente que lleve las riendas.

 Sin chances de gol, producto de no recibir pelotas y aquí hay que nombrar a Salomón Rondón. No anotó en los encuentros que alineó y es que no recuerdo ninguna oportunidad en sus botines o en su cabeza. Alejado del guardameta rival y solo se vio limitado a desgastarse bajando a corretear.

No hubo cohesión en las líneas, distanciadas por completo y al final de los noventa minutos, el resultado fue siempre el mismo. Un punto de dieciocho posibles, en la mediocridad sumergida, ahí está la selección. 

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