Nuevos aires llegaron a los alrededores de la selección nacional de Venezuela desde hace algunos meses, con la mira puesta en reparar una deteriorada y maltratada imagen de un grupo que luego de los éxitos logrados en 2011 y en buena parte del camino hacia Brasil 2014 pareció perder la brújula y retroceder unos cuantos años hasta la época incluso donde nos catalogaban como “cenicienta”.
La pregunta que todos nos hacíamos: ¿Por qué se bajó considerablemente el nivel? ¿Qué estaba ocurriendo en ese camerino? Respuestas iban y venían, acompañadas de especulaciones y “rumores de pasillo”. Tras la salida esperada de César Farías todos apuntaban la mirada al principal candidato a reemplazarlo: Noel San Vicente, tomando en cuenta sus logros en el fútbol local y la imposibilidad de contratar a un técnico extranjero.
Su primer reto: La Copa América Chile 2015, luego de muchas dudas en los partidos de preparación; un debut victorioso ante Colombia hizo ilusionar a todo un país que retomaba la confianza en el hombre que hiciera campeón a Caracas y Zamora, sin embargo todo se desvanece al no poder avanzar de ronda al caer ante Perú y Brasil y de nuevo “Chita” era el foco de atención y ante el poco nivel mostrado por sus dirigidos la pregunta ahora era: ¿Si “Chita” no puede, entonces quién?
Rápido se quiso pasar la página ante el inmediato inicio de la ruta hacia Rusia 2018 y el mismo no hizo sino recordar hace unos 25 años cuando no se salía del último lugar de Suramérica; derrotas de local ante rivales como Paraguay y Ecuador además de Chile en la propia Barinas, rescatando solo un empate con sabor a derrota en el minuto final en Lima, definitivamente presagiaba que dentro de ese camerino no se respiraba nada bueno; ¿Las razones? No habría solo una, diferencias con la FVF, desmotivación por impagos, premios alegaban algunos en la firma de una carta pública, pero sin duda lo que todos observamos fue la típica “cama” hacia el DT nacional.
De ser así, cabe interrogarse otra cosa: ¿Por qué habría de tomar esa actitud en una eliminatoria a un mundial, pudiendo ser la última oportunidad para algunos jugadores? ¿Acaso puede más la avaricia o lucro personal que darlo todo por tu selección? Sobre todo luego de un impresionante despliegue expuesto en el cierre de la era Farías que con todo y eso tampoco pudo lograr el principal de todos los objetivos: estar en los 32 mundialistas.
Muchos nombres sonaron entonces para reemplazar a San Vicente; se mencionó de nuevo a un extranjero, pero sabíamos que la opción de nuevo era local; Eduardo Saragó y Carlos Maldonado salieron a la palestra, hasta que la mirada iba hacia la categoría Sub-20 en la cual alguien ya estaba trabajando desde las bases, estando incluso en una copa del mundo Sub-17 hace unos 3 años; se trataba del antiguo portero vinotinto Rafael Dudamel, cuyo mensaje (dicho por él mismo) no es otro que devolver a los jugadores la importancia y privilegio de vestir esta camiseta y lo que te debes jugar por ella; que no debe haber otra cosa o asunto más relevante que ella y demostrar que hay un camerino limpio y enfocado en obtener triunfos para un país en crisis.
Con instrumentos afinados en mano, llega pues Dudamel a dirigir una orquesta que primeramente deberá enamorar a un público desencantado y decepcionado que había depositado toda la confianza en alguien con trayectoria ganadora, pero que al parecer en temas de selección no era algo suficiente; la capacidad de motivar y transmitir su experiencia vivida en épocas duras será factor clave para el maestro de ceremonia que tratando de emular a su tocayo Gustavo (Dudamel) llevará a lo más alto el nombre de su país, siendo la actual Copa América Centenario su primera vitrina (ya aseguró cuartos de final), pero su reto más duro será una remontada épica en el camino a Rusia, donde muchos ya optan por pensar más en 2022, considerando una joven camada que apunta a mucho en el mediano y largo plazo.
Que no se diga más y… ¡que suene la orquesta vinotinto!
Por: Maykell J. Sulbarán
@MaykellJoelHT
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